15 marzo 2012

Mas armónicos que el sonido de un laúd.

Lejos de la gran ciudad, donde todo el pueblo estaba tranquilo, donde solo se escuchaba el volar de una mariposa caminaba por la costa del lago, salpicando a sus costados tratando de molestar a las hormigas. Extrañando mas de la cuenta, miraba el horizonte y veía como sus penas se iban con las olas, sentía como las lagrimas y los malos momentos se despedían de ella entre las rocas y el sol.
Alguien la esperaba en la otra punta de la costa opuesta, alguien suspiraba con cada llamado por las noches y la hacia estremecer con solo imaginar que le rozaba la mano.
Eran las 8 de la noche, nadie la veía caminar por el pasillo ni tomar el ascensor, tocaron a la puerta de su habitación y allá estaba, concentrada mirando el horizonte por el enorme ventanal, como si por medio de las estrellas se conectara con alguien mas y se sintiera completa por las próximas horas, hasta que un micro la trajera de regreso donde su cable a tierra la estaba esperando.
Fue una semana de pura diversión, lugares, paisajes, personas, comidas y hasta bebidas, disfrutó de cada instante como si fuera único, no pasaba un minuto en que dejara de recordarlo, "esta cerveza le encantaría", "esta comida tiene ese algo que él detesta", repetía una y otra vez.
Las horas pasaron y la cuenta regresiva comenzaba, los kilómetros cada vez eran menos, mas lejos de las montañas y del aire fresco, mas cerca de él y de la armonía perfecta.
Ya estoy acá, ya estoy con él, mas unidos que nunca, mas armónicos que el sonido de un laúd.


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